En forma sorpresiva, como le pasó a Gregorio en la Metamorfosis de Kafka, el hombre de este cuento se quedó sin cabeza. Comenzó a caminar sin otro rumbo que su memoria emocional y lo logrado en su praxis educativa. Así, sin rumbo fijo, fue comprendiendo los varios porqués de la violencia patriarcal y ese virus que ha hundido a los seres humanos en la confusión y la incertidumbre. En su caminar, fue comprendiendo que nadie se daba cuenta que no tenía cabeza. Se había perdido la capacidad de asombro y en la indiferencia solo se contaban las cifras de feminicidios y de la violencia cotidiana. Finalmente encontró a una mujer, Magda, que se detuvo a preguntarle que le pasaba. Así comenzó la historia que se relata en este libro, en donde Maga y el Hombre sin cabeza compartieron una vida emocional que encendió su erotismo y que le permitió descubrir la necesidad urgente de juntar sentimientos y razones del ser rebelde en la propuesta de la Pedagogía Erótica: sin erotismo no es posible la utopía.