Resumen: Una meditación continuada sobre el ser de la educación nos ha conducido, paulatinamente y a través de los hábitos y la inmortalidad del alma, a considerar el sentido más trascendente de la educación. En estas condiciones, estimamos poder proponer con derecho un nue vo argumento congruente en pro de la resurrección personal. Oportuno nos ha parecido ahora dar a conocer esta conclusión tanto porque son escasísimos los argumentos naturales que de algún modo manifiesten la conveniencia de la resurrección final, cuanto porque el tema de la educación, con haber adquirido hoy un excepcional interés hasta haber crecido casi explosivamente la literatura que directa o indirectamente tiene que ver con él, casi exclusivamente se lo trata en un contexto técnico y pragmático tan absorbente que presto lleva a creer que sólo en ello consiste la problemática y resolución del tema: esto es tomar el rábano por las hojas y, consecuente. mente, servir una mala ensalada, haciéndola aceptable sólo bajo el pseudo aderezo de la "necesidad actual", del "cambio", la "actualización", etc. De una urgencia en fin, por llevar así la educación al contexto de la sociedad de consumo sin reparar demasiado en esa sutileza que es el ser del hombre y su fin último.