Hace diez años, cuando se celebraban los veinte años del proceso de integración subregional andina, me encontraba en Lima como jefe del Departamento de Comercio de la entonces Junta del Acuerdo de Cartagena, JUNAC. Recientemente había sido ratificado el Protocolo de Quito en 1988 y se respiraba un nuevo aire por la convocatoria formulada por el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, a los demás presidentes de la subregión, de responder al nuevo entorno de apertura de la economía mundial, reactivando los compromisos de la integración andina y asumiendo, los propios presidentes, la conducción política del proceso. Reunidos en Cartagena e1 26 de mayo de 1989, ordenaron la elaboración de un diseño estratégico para la orientación del Grupo Andino en la década del noventa, que les sirviera a los gobiernos de elemento de orientación y seguimiento de la reactivación del proceso.