En el panorama cultural del siglo veinte mexicano, el prolífico Antonio Caso (1883-1946), aún a sesenta años de su muerte, subsiste como un símbolo proteico tanto para el círculo inmediato de su tiempo como para los continuadores de suobra. Representa una referencia obligada en la historia del saber de la primera mitad de ese siglo XX, debido a su trabajo intelectual relacionado con la introducción, la crítica y la síntesis de ideas filosóficas modernas. Planteó preguntas importantes y las desarrolló; de ahí que sea hoy imprescindible examinar críticamente sus aportaciones.