Dentro del actual auge de la crónica narrativa, o periodístico-literaria, en nuestro continente, la inmigración centroamericana hacia Estados Unidos sobresale como una de sus temáticas más llamativas e impactantes. Entre la ferocidad de las historias —que se entremezclan con las del narcotráfico, la corrupción de las instituciones, las pandillas— y su crudeza narrativa, es dable observar una doble monstruosidad, que es la que examinaremos aquí: la del migrante, en tanto ser intersticial, y la del “anfitrión”, en tanto victimario de aquél. La primera monstruosidad es de orden bio-político; la segunda es moral y jurídica, y en su entrecruce el Mal se revela ya no como una excepcionalidad, sino como parte de la normalización de las sociedades posmodernas. Nuestra hipótesis propone que estas crónicas de inmigración vienen a ser, narrativamente, una transducción (Doležel) del relato de terror gótico/clásico, en tanto ambas plasman el espanto de ver cómo la razón cede al asalto de fuerzas irreconciliables, nocturnas y demoníacas. Comprendemos esta continuidad propuesta entre la crónica contemporánea y la literatura fantástica de terror no como una “sustitución” de la primera respecto a la segunda, sino más bien como una particularidad actual de un género o modo discursivo que hemos identificado como proteico, híbrido e interdisciplinar, siempre en sintonía con las condiciones sociohistóricas en las que nace y es recibido (Poblete Alday, 2013, 2014).FONDECYTFONDECYT