Apenas dejé las aulas del Colegio, una vez concluido el curso universitario de Jurisprudencia, puse decidido empeño en conocer á fondo nuestra legislación; en hacer un estudio comparativo de las leyes y decretos, promulgados desde 1830, en que el Ecuador se constituyó en Estado independiente, y en formar un cuadro sinóptico de nuestro Derecho vigente; á fin de contar con un caudal de conocimientos, si no completo, suficiente siquiera, para proceder con algún acierto en el ejercicio de la abogacía, en la parte relativa á nuestra propia Jurisprudencia; pero, á la vuelta de pocos meses, quedóme convencido de que mis deseos eran superiores á mis esfuerzos; ya por la falta absoluta de textos sobre la materia; ya por la escasez lamentable de colecciones de nuestras leyes, de periódicos oficiales y de folletos de las actas de los Congresos, y ya, sobre todo, porque nuestra legislación era un verdadero caos.