Hasta hace pocos años, nadie se detenía a analizar el valor monetario de la provisión de agua, de la protección de la biodiversidad, la recreación o la fijación de carbono, pues se creía que el bosque de por sí tendría que brindar estos y otros servicios. La alta deforestación de los bosques tropicales ha puesto de manifiesto y enfrentado al ser humano a reconocer la gran cantidad de bienes y servicios que están desapareciendo, perjudicando no sólo a los pobladores que viven en los alrededores del bosque, sino a los habitantes de las ciudades. Una de las mayores consecuencias de la tala indiscriminada de los bosques es el efecto de invernadero, o sea, la concentración de gases en la atmósfera, que obstaculizan la salida de una parte de la radiación que entra a ésta. La autora de este artículo comparte sus ideas y algunos elementos que informan al lector sobre el efecto de invernadero y la opción que significa la fijación de carbono para países desarrollados, y en vías de desarrollo, pues los primeros pagarán por un servicio que prestan los bosques y los segundos recibirán incentivos económicos por protegerlos y conservarlos.