El fin de año hice una excursión a caballo hasta la punta sur de la península de Nicoya.El primer día llegué hasta donde una familia Sándrez, en cuya casa pernocté esa noche. Ellos eran, como la gente suele ser por aquí, sumamente amables y diligentes con uno e hicieron todo lo posible para complacerme. Cuando supieron que yo no como de todo, la señora preparó unas tortillas, coció un huevo y mandó a uno de sus hijos a ordeñar la única vaca que tienen y todo eso para que me sintiera bien.