En el proceso de definición del "modus vivendi" entre un Estado laico y una sociedad predominantemente católica, fueron restablecidos los mecanismos de colaboración y apoyo entre estas fuerzas. El poder político, se mantuvo respetuoso de las funciones y labores desarrolladas por la iglesia, la cual preservó y amplió su campo de acción, aún cuando se conservó la restricción de que participara en la vida política, de acuerdo a los preceptos constitucionales. Esta institución por su parte, en el cumplimiento de sus tareas, educativas, morales y religiosas, colaboró con el mantenimiento de la estabilidad y legitimidad del actual sistema político.