Ante el desencanto de las promesas incumplidas de la modernidad —concebida como el proyecto histórico de la ilustración europea, centrado en la racionalidad como promotora del progreso, la ciencia y la secularización de la vida cotidiana—, el paradigma del posmodernismo plantea una aguda y crítica revisión a sus conceptos básicos; esto es, a la visión del racionalismo como una verdad totalizante capaz de estructurar las actividades humanas en todas sus dimensiones (económica, cultural, política, tecnológica y cotidiana), a la idea del progreso continuo en el devenir histórico y a la institucionalización de la dinámica política y pública.