La centralización ha sido uno de los elementos que ha contribuido al fortalecimiento del Poder ejecutivo, además de haber sido necesaria para mantener la unidad política requerida para el buen desarrollo del país; Sin embargo, esta ha crecido en los últimos años hasta llegar a un punto en el que se puede decir que su función ha culminado, convirtiéndose así, en un elemento atrofiante del desarrollo nacional. En la actualidad es preciso no sólo detener esa creciente centralización, sino reducirla a niveles que permitan una verdadera participación de las entidades federativas en la lucha por lograr un desarrollo nacional más equilibrado.