Cuando era pequeña mis hermanos me molestaban diciéndome que era adoptada. Por un tiempo les creí, pero luego, las semejanzas eran evidentes y nadie podría creer que no lleváramos la misma sangre. En el mundo de las plantas, es común que las especies más emparentadas (también se les llama filogenéticamente relacionadas), compartan ciertos rasgos o son muy parecidas entre sí. Estas semejanzas son muy útiles para los taxónomos (personas que se dedican a clasificar a los seres vivos ¡y que no pueden salir a la calle sin tratar de conocer los nombres de cada bicho que ven!), pues permiten clasificar y ordenar a las especies de una manera práctica y útil. Sin embargo, conozco un caso extraño en donde la regla de la semejanza no se cumple y aquí los invito a conocerlo.