El noroeste del actual estado de Chihuahua presenta una rica diversidad de información que nos habla sobre la manera en que distintas comunidades habitaron la región; desde el desierto, los pastizales, la zona de transición, hasta los bosques de pino y encino en las regiones montañosas. De manera general, existen múltiples espacios que fueron modificados culturalmente con base a la elaboración del arte rupestre por parte de los antiguos pobladores ya sea a partir de Petro grabados, o bien, de pinturas rupestres. Análogamente, los estudios de arte rupestre se han realizado en múltiples regiones, en donde se ha abordado la manera en que se representaron motivos relacionados a creencias religiosas (Guevara 1991; Mendiola 2002) que en distintas ocasiones se vinculaban a espacios de importancia simbólica como cuerpos de agua y las entidades míticas que habitaban dichos lugares (VanPool 2012: 651), al igual que la bóveda celeste (Muñoz 2019, 2020) y elevaciones montañosas (Gallaga y García 2019). De manera complementaria, distintos sitios de arte rupestre se han relacionado a múltiples culturas debido a la similitud que existe entre los grafismos y la iconografía plasmada en materiales arqueológicos como la cerámica, tal es el caso de los motivos Casas Grandes (Schaafsma 2005) y Jornada Mogollón (Gamboa 1992; Mendiola 2002; Schaafsma 1980). Asimismo, se han identificado sitios que pertenecen a cronologías más tempranas asociados al periodo Arcaico (6,000 a.C. - 200 d.C.) conformado por distintas sociedades de cazadores recolectores (Gallaga, Ortega y García 2016), así como grupos tardíos con representaciones asociadas a la época del contacto (Brown 1998).