En México el trabajo de las mujeres en las actividades domésticas y artesanales, e incluso fabriles, tiene una larga trayectoria. No obstante, la generalización del empleo remunerado extradoméstico entre las mexicanas data de las tres últimas décadas de nuestro siglo, sobre todo si nos referimos a las zonas rurales. Sin embargo, a partir de la década de los años setenta el empleo femenino tiene un aumento significativo bajo esquemas recientes de la industrialización rural, en más de una ocasión promovidos desde las mismas regiones donde más propicio ha sido este fenómeno.