El 19 de noviembre de 1640 por la tarde, vísperas de la fiesta de la presentación de la virgen María al templo, llego a la ciudad de Valladolid fray Marco Ramírez del Prado, “por la gracia de Dios y de la Santa Sede apostólica nuevo obispo de Michoacán, del consejo de Su Majestad y de la seráfica orden de nuestro padre San Francisco”. Hot sabemos que, con este hecho, un nuevo capítulo se abría en la historia de la iglesia michoacana, capítulo en el cual las acciones conjuntas de este “prelado y pastor” y de los miembros del cabildo de la catedral vallisoletana conformaron una reforma, la reforma de la iglesia del antiguo Michoacán, que corresponde a ala tridentina por lo que toca a la iglesia universal. Bien podemos decir que este acontecimiento marcó el ingreso pleno de la iglesia michoacana, en el periodo de la historia de la novohispana que Jorge Alberto Manrique ha llamado “el ciclo barroco”. Aquel 19 de noviembre de 1640, un obispo una iglesia se habían encontrado en un mundo significado por el término transición.