La investigación que ahora se presenta tiene por objetivo general estudiar las distintas líneas que siguió la aplicación del proyecto de reforma del clero promovido por el Vaticano en el ámbito mexicano y, particularmente, en el obispado de Zamora. De la misma manera me propongo analizar los conflictos entre los grupos clericales michoacanos que se desprenden de los intentos de aplicación de cada uno de los programas de reforma clerical. Es importante remarcar que cada uno de estos programas fue impulsado por un grupo distinto de la jerarquía clerical mexicana: uno encabezado por José Árciga y José María Cázares, arzobispo de Michoacán y obispo de Zamora respectivamente; y el otro, por Antonio de Labastida y Dávalos arzobispo de México y su sobrino, José Antonio Plancarte y Labastida, párroco de Jacona. El estudio arranca en 1867, año en que José Antonio Plancarte se hizo cargo de la parroquia de Jacona, perteneciente a la diócesis de Zamora, lugar donde dio inicio al proyecto de su tío. Al mismo tiempo tenemos en la sede del arzobispado a José Ignacio Árciga, como cabeza visible de un grupo que llevo a cabo su propio programa de reorganización, oponiéndose al de Labastida, el cual fue suspendido cuando José Antonio fue removido de su cargo en 1882.