La intención del presente trabajo ese aplicar los estudios sobre la vida cotidiana y violencia a las investigaciones sobre la guerra de independencia mexicana. Conocer cómo se conjuntan la muerte, el hambre y la desesperación con el gozo de una festividad, de un nacimiento o una boda, es posible a través de la comprensión de lo cotidiano. En esencia la cuestión es ahondar en cómo afectó el enfrentamiento armado a la vida cotidiana y cómo vivió la gente durante el periodo de guerra, pues si bien ésta no dañó por completo a toda la población ni en todos los lugares por igual, tampoco fue un evento que pasara desapercibido, tocó muchos ámbitos y a mediano y largo plazo modificó la estructura de la sociedad novohispana y posteriormente mexicana, en lo político y económico, pero también en las formas de vida más elementales. La pregunta clave es cómo subsistir en un ambiente de violencia generalizada y más aún cómo vivir haciendo a un lado temores y peligros para gozar de la unión de una nueva pareja y el surgimiento de una familia, de las fiestas patronales, o bien sufrir por un ser querido que murió en la vejez. En la vida cotidiana los conceptos de orden y caos se reconstruyen conforme cambia el ambiente, haciendo posible la vida por encima de la guerra. La costumbre y los hábitos más establecidos, es decir, la rutina, es en lo que más se piensa porque es lo que menos se tiene, principalmente en tiempos de guerra. En efecto, se extraña lo ordinario, lo repetitivo, pero no puedo perder de vista que no todos vivieron así, que incluso en tiempos de aparente calma y paz, hay quienes diariamente lucharon por su sobrevivencia, para ellos todo el tiempo es tiempo de caos y la única rutina es esperar que ocurra lo extraordinario. La diferencia es probablemente que en tiempos de guerra, de una u otra manera, la mayoría de la población ve trastornada su rutina, eso no significa que desaparezca, sino que persiste con distintas cualidades.