Entre las diferentes posturas y convicciones que nos separan como ciudadanos en todo el mundo, una actual pero no nueva consistente en la división entre los que apoyan un modelo económico que se basa en la oferta y sus condiciones y otro que se basa en la demanda y sus circunstancias. Con las administraciones de Reagan y Thatcher (1980) que justificaron el arranque de un proceso de desregulación de las economías nacionales a partir de los problemas económicos de los setenta en el siglo pasado, la postura dominante asociada con las llamada reformas neoliberales ha estado orientada a la oferta y sus condiciones: a los financiadores de los productores de bienes y especialmente de servicios de le privilegia como el bastión de una economía de una economía dedicada a la creación de riqueza.