Desde el inicio de su administración, Donald Trump, en ningún momento especificó de forma clara que orientación daría a su Política Exterior respecto de Medio Oriente; en términos estratégicos como lo fué, por ejemplo, la Directiva de Seguridad de Bush en la cual unívocamente establecía una política intervencionista. También es cierto que heredó de Barack Obama un sinnúmero de fracasos diplomáticos en relación a este espacio geopolítico; por lo cual era de esperarse que algunos cambios se realizaran con el nuevo gobierno. A poco tiempo de asumir su mandato, Trump organizó una gira por la región donde, de modo fáctico, mostró al Sistema Internacional que países conformarían su alianza; dos de ellos son aliados clásicos: Saudí Arabia e Israel. Sin embargo abrió el juego para que otros países se involucraran de manera mucho mas activa, uno de ellos Egipto que luego de la primavera árabe y la caída de Mubarak, había quedado bastante relegado como aliado estratégico de Estados Unidos. Los que emergen en esta nueva alianza pro-norteamericana serán, producto de esta gira, Bahréin y Emiratos Árabes Unidos.Instituto de Relaciones Internacionales