info:eu-repo/semantics/publishedVersion
Mamíferos
Fecha
2021Registro en:
Teta, Pablo Vicente; Abba, Agustin Manuel; Cassini, Guillermo Hernán; Flores, David Alfredo; Galliari, Carlos Alberto; et al.; Mamíferos; Fundación de Historia Natural Félix de Azara; 2021; 397-443
978-987-3781-81-0
CONICET Digital
CONICET
Autor
Teta, Pablo Vicente
Abba, Agustin Manuel
Cassini, Guillermo Hernán
Flores, David Alfredo
Galliari, Carlos Alberto
Jayat, Jorge Pablo
Lucero, Sergio
Pereira, Javier Adolfo
Resumen
Existen diversas estimaciones sobre el número total de especies en el mundo. Las más prudentes oscilan de 5 millones a 50 millones, aceptando que las publicadas están cerca de 1,9 millones (Chapman, 2009) y actualmente, 2,2 millones. El Catálogo de la Vida (Catalogue of Life), del que participan más de 3.000 taxónomos, integró listas formuladas a partir de 168 bases de datos, estimando -en 2018- 1.656.915 especies, de las cuales 1.374.233 fueron aceptadas o provisionalmente aceptadas por los taxónomos que participan de este esfuerzo (Roskov et al., 2018). En 2020, esa estimación se elevó a 1.978.800 de especies vivientes y 59.284 extintas antes y durante el Holoceno (Catalogue of Life 2021). Es decir, se computaron las extinciones provocadas -directa e indirectamente- por causas humanas desde el año 1600 al presente. Según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) (2021) el número de especies extintas referidas a ese período asciende a unas 120 de plantas y 800 de animales (Tablas 1 y 2). Paralelamente, hay unas 80 especies extintas en estado silvestre y muchas formas o razas domésticas -incluyendo algunas de alto valor económico- se están extinguiendo (FAO, 2015). Por ejemplo, de las 6.190 razas de mamíferos ya se han extinto 559 (más del 9%) y de las que quedan hay al menos mil amenazadas (Díaz et al., 2019). Pese a esta riqueza biológica nos toca ser contemporáneos -y testigos- de un tiempo signado por especies amenazadas y extinciones muy por encima de la tasa natural. A tal punto que ya no suena exagerado hablar de una "sexta extinción masiva". Recientemente, el Panel IPBES (Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services) llamó la atención del mundo ratificando que las acciones humanas han elevado -y acelerado- la tasa de extinción global de especies silvestres a un ritmo nunca visto en los últimos 10 millones de años. A tal punto que un 25% de las especies en los grupos de animales y plantas evaluados por la UICN están amenazados. Esto sugiere que ?si se consideran las estimaciones del total de especies presentes en la Tierra- habría un millón de especies que se enfrentan a la extinción inducida por nuestra especie. En América ese porcentaje de especies amenazadas coincide sobre las 14.000 evaluadas (IPBES, 2018).En la Argentina habitan más de 300 especies amenazadas a escala global. Es decir, en alguna de estas categorías: -extinta en estado silvestre-, -en peligro crítico-, -en peligro- o -vulnerable- según UICN (2019). Tres invertebrados (del género Aylacostoma) y una planta (Senecio leucopeplus) se encuentran -extintas en estado silvestre-, y un coleóptero (Rhantus orbignyi), un marsupial (Cryptonanus ignitus) y dos cánidos (Dusicyon avus y Dusicyon australis) están -extintas- a la misma escala mundial. Sin embargo, la escala de este tipo de base de datos excluye otros taxones en las que repara el presente inventario biológico de la Argentina.Si bien los avances tecnológicos al servicio de la comunicación son deslumbrantes, la mayor parte de la sociedad desconoce el valor de la biodiversidad desde sus diferentes puntos de vista: científico, ético, estético, económico, cultural y ecológico (López, 1999). Tampoco percibe la trascendencia de los bienes y servicios de los ecosistemas silvestres, tal vez, porque son brindados de modo cotidiano, silencioso y gratuito (Bertonatti, 2017). Sin embargo, una reciente evaluación económica de la contribución de los ecosistemas terrestres a los ciudadanos de toda América ha estimado en no menos de 24,3 trillones de dólares al año. Es decir, el equivalente al producto bruto interno (PBI) de toda la región (IPBES, 2018). Pese a ello, en general la ciudadanía y, en particular, los gobernantes no alcanzan a dimensionar el problema que acarrea el deterioro ambiental y las implicancias del mismo. Es esperable, entonces, que ante un diagnóstico deficiente resulte inadecuado el tratamiento gubernamental para resolver estos desafíos.En esta trama global de crisis es crucial conocer científicamente el elenco de taxones de cada jurisdicción política (municipal, provincial, nacional y regional), su determinación sistemática, su distribución geográfica y su función ecológica. Sin embargo, hasta el presente ese conocimiento es fragmentario, incompleto y desactualizado en la mayoría de los países del mundo.