Las inspiraciones extraterrenales o exógenas a las capacidades humanas a la hora de proyectar se determinaron como absurdas; por otra parte, la usual actividad de vender la arquitectura, cual si de una burda mercancía se tratara, ha sido desnudada y denunciada. Se reclama entonces -se exige si se quiere- parar con la prostitución de la más noble de las artes. El camino a seguir es el obvio: sustentar las propuestas arquitectónicas en un cuerpo normativo-teórico inteligente y pertinente a la particular realidad latinoamericana.ArquitectoCuenca