Rafael Heliodoro Valle, uno de los valores literarios de Honduras, la describió como 'una mujer a prisa', siempre viajando, escribiendo y haciendo cosas que actualmente benefician a la gente y a la juventud de nuestros países. Una vez, inmediatamente después de la revolución en Costa Rica en 1948, Doris fue a ver a su amigo el Jefe de Estado don Pepe Figueres y le anunció: 'Pepe, si no te importa, te voy a pedir prestado el edificio del viejo cuartel, ahora que tal vez no lo necesitas'. Don Pepe, más sorprendido que disgustado por la propuesta le contesta: "Doris pero si estoy eliminando al ejército en Costa Rica y no quiero que nadie, ni tu misma que eres tan capaz, comience otro-o Doris, ron la sonrisa en los labios, le dice: 'No Pepe! Queremos establecer un museo ahí y nos parece que éste sería el mejor mensaje de paz que puedes mandar a la gente de tu país'. Don Pepe, ni corto ni perezoso, comprendió enseguida el impacto que esta iniciativa tendría en la nueva Costa Rica. El gobierno prontamente donó el edificio al que eventualmente Doris, con otras personas, lo transformó en uno de los mejores museos arqueológicos de la región.